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Desde un momento cautivó a la parcialidad de Boca, a tal punto que desde ese mismo día su apellido fue coreado por todo el estadio, en lo que fue el primer paso hacía una idolatría y una relación de mucho cariño entre la hinchada y el jugador. Su actuación en ese partido, fue motivo para que el entrenador le confíe la titularidad hasta el cierre del torneo. El 7 de julio de 1999, nuevamente jugó todo el partido, último por fase de grupos, con una victoria por 2-0 sobre Uruguay.

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